Cerebro y personalidad: ¿qué nos pasa cuando viajamos?

Vivir en otro contexto por mucho tiempo puede modificar nuestros hábitos, incluso una vez que regresamos a casa. Por ejemplo, empezamos a separar los residuos, incorporamos alimentos, combinamos nuevos colores al vestirnos… Los souvenirs intangibles, como me gusta pensarlos. Pero, además, los viajes de larga duración pueden cambiar cuestiones más profundas de nuestra personalidad y hasta producir transformaciones en nuestro cerebro.

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Supermercado en Osaka. Luego de abonar en la caja, los clientes se acercan a una mesa donde pueden guardar las compras en bolsas, sin obstaculizar a los clientes que están detrás de ellos. Japón 2016 Ph.: Jennifer Micó

Los viajes largos modifican nuestra personalidad.

En un estudio de 2013, Julia Zimmermann y Franz Neyer descubrieron que los alumnos que estudian en el exterior son más extrovertidos que aquellos que lo hacen en su tierra natal. Asimismo, a la llegada, los alumnos logran incrementar sus niveles de simpatía y estabilidad emocional.

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Perdida en un subte de Beijing. Hay ciudades que están más preparadas para el turismo que otras. Eventos internacionales como las Olimpíadas o el Mundial de fútbol hacen que los nombres de las calles, paradas de transporte público y los menús en los restaurantes, por ejemplo, estén escritos también en inglés. Quizá en el futuro, descubramos qué quiere decir este cartel. China 2016 Ph.: Jennifer Micó

Viajar puede modificar la percepción que tenemos de la vida, el hogar, el barrio, el trabajo, amigos, familiares y nosotros mismos.

Un grupo de científicos en China demostró que las personas que regresan de un viaje se sienten más felices e inspiradas respecto al trabajo. Tienen la motivación de trabajar más para ganar dinero (que utilizarán en futuras vacaciones).

Además, la experiencia en otro país mejoró las habilidades comunicativas y relaciones sociales de los turistas chinos.

Más optimistas respecto de la vida y del gobierno, los viajeros regresaron más autosuficientes y flexibles, se sentían más saludables, relajados y entusiasmados.

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Comida típica en un restaurante de Osaka. Se trata de una de las tantas sucursales de la cadena. Al ingresar al establecimiento, el cliente elige qué comer en una máquina que le muestra todas las opciones (y los precios correspondientes). Una vez seleccionado el plato, la máquina emite un ticket. Luego, un camarero se acerca con el pedido y una taza de té. Japón 2016 Ph.: Jennifer Micó

Viajar es el secreto de la felicidad.

Un estudio de la Universidad Cornell descubrió que el dinero destinado a experiencias – como los viajes – produce un efecto de felicidad mayor a aquel que se utiliza para adquirir bienes materiales. La razón es sencilla: podemos acostumbrarnos a los objetos físicos pero las experiencias vividas pueden ser recordadas con alegría que sólo puede aumentar.

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Cruzando la frontera de San Diego (EEUU) a Tijuana (México). Se trata del cruce terrestre. No hay mucha gente y cada paso de la operación está celosamente vigilada por los empleados del lugar. (Uno de ellos me escoltó hasta la puerta del baño público de mujeres). Ph.: Jennifer Micó

Los viajes vuelven más creativo a nuestro cerebro.

¿Tenés que terminar un trabajo ya y hace semanas que estás dando vueltas? Hacé una pausa real. La ciencia demostró que desconectarnos (cambiar de contexto, apagar los dispositivos tecnológicos, etc.) resulta beneficioso para resolver tareas creativamente.

La creatividad está vinculada con la neuroplasticidad es decir, con la manera en que las diferentes áreas del cerebro están conectadas entre sí.

Los senderos neuronales son sensibles a los cambios que suceden en el contexto. Los nuevos sonidos, aromas, idiomas, sabores, sensaciones y visualizaciones encienden diferentes sinapsis en el cerebro y pueden, así, revitalizar la mente.

Las experiencias en el extranjero incrementan la flexibilidad cognitiva y profundizan las conexiones entre estructuras neuronales dispares.

Para alcanzar estos beneficios, es necesario involucrarse con la cultura local que visitamos. Sin embargo, si las diferencias son muy marcadas, es probable que nos sintamos inhibidos, sin la posibilidad de sumergirnos en el contexto. De esta forma, no conseguiremos los cambios cognitivos asociados a la vida en otras culturas. Es decir, las culturas menos familiares no nos garantizan un rendimiento más creativo.

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Diseñador en la Shanghai Fashion Week. Transcurre en uno de los barrios más trendy de la ciudad. El lugar y la gente que lo transita tienen mucha onda. China 2016 Ph.: Jennifer Micó

¡Hay más! La capacidad de interactuar con personas de diferentes backgrounds, nos permite distinguir nuestras propias creencias y valores de aquellos que pertenecen a la cultura en que vivimos.

También, visitando diferentes poblaciones, tendemos a pensar la división racial como una cuestión meramente arbitraria y maleable. Así, pensando sin etiquetas, quedamos más predispuestos a tener ideas más creativas.

Viajar altera el funcionamiento del cerebro.

Parece obvio: para aliviar problemas de origen psíquico es necesario apagar determinadas regiones del cerebro. El tratamiento que utilizan los psiquiatras se basa en medicamentos.

Un estudio demuestra que hay soluciones alternativas a las drogas: un método más sencillo y natural que consigue los mismos resultados. Caminar durante 90 minutos en un lugar remoto (como un bosque) reduce la actividad de la región del cerebro que controla las enfermedades mentales y problemas estresantes.

Si el impacto de una caminata de 90 minutos es tan bueno, es fácil imaginar que un viaje por varios días será todavía mejor.

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Coolhunting en NYC. Una forma ideal de conocer la gente ideal en la ciudad ideal. EEUU 2015 Ph.: Jennifer Micó

Viajar es saludable.

Las personas que no vacacionan, al menos una vez por año, tienen un 30% más de probabilidades de sufrir enfermedades cardiovasculares.

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Fábrica original de las galletas de la fortuna, en el Barrio Chino de San Francisco. ¡Sí, es la auténtica! Por supuesto, ahí mismo se pueden comprar estos famosos dulces. Y, con 1 ó 2 dólares, te dejan tomar fotos y filmar. También te hacen probar una de las galletas recién salidas del horno. EEUU 2016 Ph.: Jennifer Micó

Viajar nos vuelve más inteligentes.

Tomar distancia física de nuestros problemas nos permite tener un visión más amplia. También así hallaremos ideas para solucionarlos.

Por otra parte, cuestiones que normalmente no son engorrosas (como el transporte público o las compras), durante un viaje se convierten en desafíos mentales. Mientras vacacionamos, nuestro cerebro va a una especie de gimnasio, donde debe resolver tareas sencillas pero que, por ser nuevas, pueden ser un reto.

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Nuevos sabores, nuevos colores. El célebre conito de McDonald’s se adapta al sabor local: ¡batata!, del mismo modo en que lo hizo en Argentina, donde tiene su versión de dulce de leche. Otra novedad fueron estos monos que encontré en una reserva: se están sacando los piojos. Abajo, las tortas verde fluorescente y el Batman rosado que siguen siendo preguntas sin respuestas. Hong Kong, 2016.  Ph.: Jennifer Micó

Ponernos en contacto con nuevas culturas nos obliga a salir de nuestra zona de confort y nos predispone mejor ante los otros.

Un cerebro más creativo y saludable no se entrena únicamente con viajes al extranjero: una buena forma de ponernos a prueba también puede ser visitar las provincias de nuestro país o incluso nuevos barrios.

Alojarse en la casa de un local (como las que se consiguen en la plataforma de Airbnb) puede enriquecer aún más la experiencia.

Un primer paso seguramente sea el elegir un destino que nos seduzca. Sin embargo, una experiencia no tan buena, hará que valoricemos más lo que tenemos en casa, día a día.

Con suerte, algunos cerebros quedaron estimulados para encarar un viaje. Para viajar, no es necesario pensar en tiempos, distancias ni presupuestos mínimos. Tenemos que tener algo de curiosidad y determinación para hacerlo.

Hasta la próxima!

Jenn

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2 Comentarios

  1. Luis
    27 abril, 2017 / 12:10 am

    Hola,

    Muy interesante artículo, lo que se manifiesta en el contenido puede ser fácilmente comprobado por cualquier persona que haya viajado siquiera un par de veces en su vida. La capacidad de adaptación es un elemento crucial al momento de viajar a lugares nuevos y las consecuencias son para bien.
    Por cierto, me gustaría invitarlos a probar Travel Pal, una app de viajes que permite conocer gente de todo el mundo, hacer couchsurfing y aprender idiomas al mismo tiempo, pueden descargarla desde:

    http://www.hellopal.com/travel/?lang=es

    Saludos y Éxitos!

    • 28 abril, 2017 / 10:22 pm

      Luis, muchas gracias por leer y comentar! La aplicación parece muy interesante: ¿es un proyecto personal?

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