San Sebastián, la joya del País Vasco

Para quienes no vivimos los años de ETA ni siquiera a la distancia, es difícil imaginar esta ciudad como escenario de bombardeos, secuestros y micros quemados por las calles… Estuvimos cinco días en San Sebastián, al final de nuestro viaje por España. Elegimos este destino como uno de los últimos porque, no sé si a todos los viajeros les pasa, pero cada vez más llegamos muy cansados al final de las vacaciones, especialmente cuando se trata de recorrer varias ciudades caminando todo el día. Por ese motivo, guardar algunos días de descanso en una ciudad no tan grande o en una ciudad que ya conocemos, parece ser el mejor plan para tomarlo con calma y no caminar apremiados por conocer aquel monumento, visitar ese museo o ir a comer al lugar que nos recomendaron.

Bahía de la Concha y monte Urgull

Llegamos a Donostia (San Sebastián en euskera, el idioma vasco y cariñosamente “Donosti”) en tren desde Barcelona, después de cinco horas de viaje. Salimos de la estación y nos encontramos de frente con el Puente María Cristina, uno de los puentes más elegantes de la ciudad, y con el río Urumea. Rápidamente la escena nos remontó a los puentes parisinos; y es que caminar por San Sebastián es caminar por la Belle Époque. Este sentimiento se repite cuando uno se encuentra frente al Hotel María Cristina y al Teatro Victoria Eugenia, lugares que nos trasladan automáticamente al Festival de Cine que tiene lugar anualmente en septiembre en la ciudad vasca. En Hotel María Cristina se alojan las estrellas de cine y de allí sale la alfombra roja, uno de los elementos distintivos del festival. Pero Donostia es mucho más que una ciudad de cine, aunque parece salida de una película.

Muchos de los edificios de San Sebastián recuerdan a los parisinos

Atravesamos la Parte Vieja caminando hasta llegar a nuestro hotel, SanSeBay, ubicado en el casco histórico, cerca del puerto y con maravillosas vistas de la Bahía de la Concha. Desde este lugar se puede comenzar el recorrido por el Paseo Marítimo y encontrarse con la Playa de la Concha, es posible hacerlo a pie o en bicicleta. Nosotros lo recorrimos de ambas formas, en el hotel nos alquilaron bicicletas por un día y es una experiencia sumamente recomendable hacerlo de esta manera, a través de las bicisendas instaladas orillas de la Bahía. Hay que destacar la baranda blanca que acompaña el paseo, creada por el arquitecto Juan Rafael Arday a principios del siglo XX, un objeto característico de la ciudad.

Una ciudad ideal para recorrer en bicicleta, las que ven en la foto las alquilamos en el hotel

En este paseo no solo encontraremos espectaculares vistas de la Bahía, de la isla Santa Clara y del Monte Igueldo, sino también de numerosos edificios señoriales como el Ayuntamiento, el clásico Hotel Londres, con un bar que vale la pena visitar y el Palacio Miramar. También es posible ver desde el paseo un carrusel de 1900, las instalaciones del Spa La Perla y del Café de la Concha. En este último probamos el Desayuno del País: Café, jugo de naranja, tortilla y pan con tomate y aceite de oliva. La gastronomía donostiarra merece un capítulo aparte.  

Desayuno del país en el Café de Concha

Carrusel de 1900

San Sebastián se destaca por su excelente gastronomía, especialmente los pintxos (pinchos): aperitivos del tamaño de un bocado, similares a las tapas, que se sirven en los bares y restaurantes. La palabra viene del verbo “pinchar” ya que históricamente se servían en una rebanada de pan atravesados por un palito. Con el tiempo fueron cambiando y algunos se sirven de la manera tradicional y otros de innumerables formas: fríos exhibidos en la barra, calientes o a través de una carta de pintxos. Los locales prueban uno o dos por bar y después buscan otro lugar donde comer distintas variedades, siempre acompañados por cerveza, vino o sidra, también muy popular en esta región. Nosotros comimos pintxos todas las noches, cuatro o cinco por persona eran suficientes para degustar esta joya de la gastronomía vasca, pequeñas piezas de alta cocina en miniatura. Además San Sebastián tiene una amplia oferta de restaurantes con estrellas Michelin y es academia de cocineros de todo el mundo.

Los pintxos pueden ser fríos o calientes

Dos lugares imperdibles de Donostia son el Peine del Viento y el Monte Igueldo. El primero se encuentra al pie del Igueldo y se llega caminando hasta el final de la playa de la Ondarreta. Se trata de una escultura instalada en 1977 emplazada en un lugar ideal para contemplar la inmensidad del mar. Además, está acompañada de un sistema de tubos a través del cual, los días que hay muchas olas, desde el piso sale agua y aire generando un espectáculo imperdible. Infaltable subir al monte Igueldo, situado en el extremo de la Bahía de la Concha, es posible hacerlo en un funicular de 1912 o caminando. Nosotros estábamos con las bicicletas así que las dejamos en la base y subimos caminando. Desde el Igueldo se obtienen espectaculares vistas de la ciudad. En la cima alberga un pintoresco parque de diversiones y un hotel.

Desde el monte Igueldo

El hotel Londres tiene una hermosa confitería con vistas a la bahía

El último día visitamos la Parte Vieja, donde se encuentra la Plaza de la Constitución, caminamos bordeando el río Urumea, pasamos por la puerta del Kursaal, escenario del Festival de Cine, llegamos hasta el barrio francés y subimos al Parque de Cristina Enea. San Sebastián también ofrece un interesante circuito comercial, donde es se encuentran las principales marcas de moda del mundo. Nos despedimos de esta fabulosa ciudad brindando en el Club Náutico, con impresionantes vistas nocturnas de la bahía, deseando volver pronto. Agur!

Atardecer en San Sebastián

Nat Ramil

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